martes, 18 de noviembre de 2014

Dar amor a través de la cocina

    


Hace un tiempo me dijeron que cocinar es una forma de dar amor. Desde entonces esas palabras han retumbado en mi mente, pero sobre todo las he asociado con mis recuerdos.
Recuerdo cuando de pequeño la vida en la casa giraba en torno a la cocina. En ese entonces las dos mujeres en la familia eran mi mamá (Sisa) y tía Rafaela. Ellas se dedicaban, entre otras cosas, a las labores culinarias. Nada complicado, ni rebuscado. Simplemente cocinaban de manera sencilla con lo que había a la mano.
Y, parece mentira, pero luego de mucho tiempo (recientemente), entendí que cada vez que ellas estaban en la cocina en sus labores diarias cocinando el plato de turno, lo que estaban haciendo era un acto de amor. Que no obstante las dificultades propias de la época, día tras día, una y otra vez, seguían dándonos amor a través de la cocina.
Por lo que a partir del momento en que oí ese comentario, he respetado mucho más a todos los cocineros y cocineras que con su labor en la cocina, llevan amor en un plato preparado con sus manos a otras personas.
Pero también hay reciprocidad en este acto. Desde el momento que me dediqué a aprender sobre cocina, y luego cuando preparaba junto a mis hijas los platos que otros degustarían, y que humildemente les ofrecíamos, veíamos las caras de satisfacción y de agrado, y al oir sus elogios, entendí que la tarea era muy gratificante, porque era una manera de recibir amor también desde el otro lado de la mesa.


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